Un nuevo estudio dirigido por científicos del BSC muestra que los países europeos deben reducir radicalmente los niveles de los principales contaminantes atmosféricos para proteger la salud de los ciudadanos.
Una reducción sin precedentes de las emisiones es necesaria en toda Europa para cumplir con las nuevas Directrices de Calidad del Aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un nuevo artículo dirigido por científicos del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) publicado en Environmental Research Letters. El estudio cuantifica el aumento del porcentaje de estaciones de medición que superan los límites establecidos en las nuevas directrices de calidad del aire en todos los países que proporcionan esta información a la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés).
La contaminación atmosférica es el mayor riesgo medioambiental para la salud en Europa y una de las principales causas de muerte prematura y enfermedad. Ahora, gracias a los avances en la investigación sobre los impactos de la contaminación atmosférica en la salud humana, sabemos que los efectos adversos comienzan en concentraciones mucho más bajas de lo que se pensaba anteriormente. Las evidencias científicas más recientes se recogen en las nuevas directrices de la OMS sobre calidad del aire actualizadas en 2021, que suponen una revisión sustancial respecto a las anteriores establecidas en 2005.
Las nuevas directrices de la OMS recomiendan niveles de calidad del aire para los seis contaminantes más dañinos para la salud humana según la evidencia científica: el dióxido de nitrógeno (NO₂), las partículas (PM2,5 y PM10), el ozono (O₃), el dióxido de azufre (SO₂) y el monóxido de carbono (CO). Casi todas las concentraciones recomendadas en las nuevas directrices son bastante más restrictivas que en las anteriores de 2005. En el caso de los contaminantes más nocivos, como el NO₂ y las PM2.5, los nuevos límites medios anuales son inferiores en un 75% (de 40 a 10 µg/m3) y en un 50% (de 10 a 5 µg/m3), respectivamente.
El incumplimiento, definido como el porcentaje de estaciones de medición que superan los límites de cada contaminante, ya era considerable en toda Europa respecto a las directrices de 2005. Tras la revisión de 2021, el estudio del BSC muestra un aumento dramático en el incumplimiento, especialmente para el NO2, las PM10 y las PM2,5 (del 8%, 50% y 77% al 88%, 85% y 98%, respectivamente). Entre las estaciones que no cumplen la normativa, la distancia media respecto al cumplimiento también aumenta significativamente (del 16%, 26% y 41% al 120%, 41% y 160%). En el caso del O₃, el nuevo límite se supera en el 97% de las estaciones europeas.
En lo que se refiere a España, el 89% de las estaciones de medición superan el nuevo límite medio anual de NO2 establecido por la OMS, mientras que con las recomendaciones de 2005 apenas incumplía un 5%. Para las PM10 y las PM2,5, el aumento en el incumplimiento es también considerable (del 55% y 58% al 86% y 99%, respectivamente). En el caso de las PM2,5, 61 de las 62 estaciones que hay en España superan el nuevo límite recomendado. Respecto al ozono, un 98% incumple las nuevas directrices.
"Las nuevas directrices de la OMS establecen límites por encima de los cuales se sabe con certeza que se producen efectos adversos sobre la salud humana. El hecho de que la mayoría de los ciudadanos europeos estén respirando actualmente niveles tan perjudiciales de contaminantes atmosféricos es muy preocupante", afirmó el investigador del BSC Dene Bowdalo.
Lecciones extraídas del confinamiento
Los investigadores analizaron los datos de monitoreo durante condiciones normales entre 2017 y 2019, antes del inicio de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, el artículo también evalúa el impacto de la reducción de las emisiones durante el confinamiento, con el fin de extraer algunas lecciones para dimensionar el desafío que supone cumplir con las nuevas Directrices de Calidad del Aire de la OMS.
La reducción en los incumplimientos solo fue significativa en el periodo más estricto de confinamiento (15 de marzo-15 de junio de 2020), especialmente en el caso del NO2, que es producido principalmente por los motores diésel. Sin embargo, a pesar de una reducción media del 32% en el transporte por carretera durante 2020 en toda Europa, más del 50% de las estaciones siguieron incumpliendo la normativa. Esto implica que son necesarias medidas drásticas, como las zonas de emisiones cero o la prohibición de la venta de vehículos propulsados por combustibles fósiles, para cumplir con las recomendaciones actuales de la OMS.
"A pesar de los profundos cambios en el transporte y la industria causados por el confinamiento durante la pandemia, seguimos lejos de cumplir las directrices en varios contaminantes. Esto pone de manifiesto que sólo con medidas drásticas que modifiquen las estructuras actuales de nuestras zonas urbanas se podrán reducir de forma suficiente los niveles de contaminantes atmosféricos", aseguró Bowdalo.
Se calcula que el cumplimiento de las nuevas directrices de la OMS evitaría el 66% de las muertes prematuras atribuidas a la exposición a las PM2,5 en Europa. Estas cifras deberían ejercer una mayor presión sobre la Unión Europea (UE) para que revise los límites establecidos en sus directivas de calidad del aire que, pese a llevar décadas de retraso con respecto a las directrices de la OMS, se siguen superando con frecuencia.
Para que una normativa aún más ambiciosa sea eficaz, debe ir acompañada de fuertes medidas de apoyo que aseguren una transición generalizada en toda Europa. Esto es especialmente importante para los países con menos ingresos, que suelen estar expuestos a niveles de contaminación más elevados al depender de fuentes de energía más contaminantes, o para aquellos que se ven afectados de forma significativa por fuentes naturales de emisión.
Algunos contaminantes atmosféricos son también factores que influyen en el clima a corto plazo (por ejemplo, el carbono negro), por lo que las políticas de mejora de la calidad del aire servirían también para mitigar el cambio climático con un coste de intervención potencialmente menor.
La propuesta legislativa para la revisión de los estándares de la UE está prevista para finales de 2022. El estudio aconseja que UE considere minuciosamente los factores expuestos antes de establecer cualquier nueva normativa.
- Referencia: Dene Bowdalo et al. (2022). Environ. Res. Lett. https://doi.org/10.1088/1748-9326/ac44c7